La flotación sucia es un sistema donde el tipo de cambio fluctúa según la ley de oferta y demanda, pero el Gobierno interviene ocasionalmente a través de la autoridad monetaria o banco central. Al participar en el mercado cambiario, el Estado busca orientar el precio de la moneda local al alza o a la baja. Su intención es mantener la cotización dentro de cierto rango para garantizar la predicción a los agentes económicos.
Es un modelo habitual en economías en vías de desarrollo donde las autoridades lo usan para proteger sus monedas de grandes fluctuaciones indeseadas. Es decir, con este tipo de régimen, la autoridad monetaria busca reducir la incertidumbre de los inversionistas y consumidores que compran o venden divisas.
La flotación sucia es una de las dos formas de establecer un tipo de cambio flexible. La otra modalidad es una flotación limpia, en donde no existe ningún tipo de intervención por parte del Estado.
Entre las principales ventajas están: mejores predicciones, sobre todo a los exportadores e importadores para que puedan realizar sus proyecciones de negocio con mayor certeza, permite suavizar el shocks en mercados externos (cualquier cambio en gastos o inversiones) y por ultimo el nivel de compromiso es menor.
Sus desventajas, el tipo de cambio no refleja la situación de la economía local y externa, también el banco central debe destinar recursos para intervenir en el mercado cambiario.
Un ejemplo de modelo de flotación sucia es el que dirige el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) que interviene en el mercado cambiario para evitar fuertes fluctuaciones, utilizando distintos instrumentos como la compra y venta directa de moneda extranjera (dólares)
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